19 de abril de 2024

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Una polémica inolvidable: la noche que Sanfilippo criticó sin piedad a “Goyco”

En 1993, tras el 0-5 de la Selección Argentina ante Colombia por Eliminatorias, el Nene le dijo al arquero que se había comido “todos los amagues”. ¡Y se armó un debate nacional! Secretos de uno de los programas más recordados de “Tiempo Nuevo” (y de la historia de la TV).

“Pibe, usted se comió todos los amagues... Le hicieron cuatro goles en el mismo palo... En la mayoría de las jugadas se tiró con los pies hacia adelante... Analice bien el tape y podrá sacar muchas conclusiones...”.

Es martes 7 de septiembre de 1993. En Tiempo Nuevo, el programa que conduce Bernardo Neustadt en Telefe, José Sanfilippo, gloria de San Lorenzo, analiza la derrota 5-0 de la Selección Argentina frente a Colombia y se muestra implacable con el arquero, Sergio Goycochea, héroe del Mundial de Italia 90. No quedan dudas: el Nene es alguien que no titubea a la hora de plantear sus reflexiones, un petiso picante.

Freddy Rincón, gran figura colombiana aquella tarde

Por las Eliminatorias para el Mundial de Estados Unidos 94, el partido se había jugado dos días antes en el estadio Monumental. Tras la goleada, el equipo que dirigía Alfio Basile debió jugar un repechaje con Australia, hasta ese momento, un país más conocido por sus tiernos canguros que por sus baluartes con la redonda.

En el estudio del canal de las pelotitas, de saco verde claro y corbata al tono, Goyco escucha las críticas en silencio, petrificado, con dos dedos metidos en la boca, al borde de las lágrimas. De a ratos, también, aprieta su puño izquierdo.

Además de Neustadt, en la misma mesa que Sanfilippo y Goyco se ubican otras glorias: Adolfo Pedernera, Hugo Gatti, Norberto Alonso y Carlos Enrique. También hay una silla para Eglis Giovanelli, una de las pocas mujeres que en aquel momento se dedicaba al periodismo deportivo (había debutado a los 22 años en La Oral Deportiva, con José María Muñoz, y luego trabajó en la revista Gente y Canal 13, entre otros medios).

Después del cross de Sanfilippo a la mandíbula del arquero, Neustadt le cede la palabra a Gatti. “Usted también atajó, ¿qué opina de todo esto?”.

Más que arquero, el Loco parece un cantante pop: melena bien cuidada, saco arremangado, botitas deportivas blancas... “Eh, no sé, yo vine a defender a los jugadores de la Selección...”, responde.

Ahí se suma Alonso, enojadísimo, que le dice a Sanfilippo: “Si vos ves esos errores, le pedís permiso al técnico y vas y se lo decís a Goyco en un entrenamiento, no acá, en público”.

“Lo que pasó esa noche en Tiempo Nuevo fue absolutamente inesperado”, comenta Clara Mariño, productora del programa, con los recuerdos frescos. “Son situaciones que se dan una sola vez en la televisión”.

“El 5-0 en contra había causado una gran conmoción. Pensábamos darle al tema los dos primeros bloques... Pero el ida y vuelta entre Sanfilippo y Goyco provocó tanto impacto que se llevó casi las dos horas del programa. En general, hacíamos unos 15 puntos de rating. ¡Y esa noche llegamos a los 25! ¡Lo vio todo el país!”, continúa Mariño, actualmente al frente de un ciclo en la señal La Nación + y otro en radio La Red.

Por el programa de Neustadt pasaban las principales figuras, como Carlos Menem

Fiel a su estilo, el plan de Neustadt era explicarle a “Doña Rosa” por qué la Selección Argentina había perdido de esa manera y, luego, seguir con su temática habitual: la coyuntura política.

“Para eso habíamos invitado, entre otros, a Federico Storani, dirigente radical, y a Roberto Alemann, ex ministro de Economía”, sigue la productora. “Pero al final estuvieron al aire los últimos cinco minutos del programa. Fue un caos. En un momento, mientras Storani y Alemann esperaban detrás de cámaras, me acerqué a pedirles disculpas. Y ellos me respondieron: 'No te preocupes, Clara. Nos estamos divirtiendo muchísimo'”.

Ahora sigue Tiempo Nuevo. El clima empieza a ponerse cada vez más espeso. En cualquier momento vuela una piña, un vaso de agua, un mocasín, algo. Entonces, con un sweater escote en ve de rombos, aparece Carlos Bilardo, enfurecido: estaba viendo el programa en su casa y salió corriendo a defender a Goyco y compañía.

El Narigón le da la mano sólo a Pedernera. Se sienta. “No estoy de acuerdo con Sanfilippo. ¿Qué le tiene que dar consejos a Goycochea? ¿Quién es?”, estalla el entrenador campeón del mundo en México 86.

“Soy el goleador que vos no fuiste”, le devuelve Sanfilippo, con una sonrisa.

Bilardo, que había sido campeón en México 86 tras una Eliminatoria muy complicada (acá festeja con Pasculli), salió corriendo a defender a Goyco

“Tampoco estoy de acuerdo con lo que dice Gatti”, tira Bilardo para todas partes. “A mí me hubiese gustado que Colombia jugara bien, qué sé yo, contra Polonia, Turquía... Después del partido, para poder dormir, tuve que tomar pastillas. Eran las cinco de la mañana y caminaba por las paredes”.

Gatti lo interrumpe: “Yo amo la belleza. Y lo que hizo Colombia fue belleza. Colombia es el candidato a ganar el Mundial...”.

Bilardo mantiene su postura: “Si te gusta la belleza, andá a ver a otro equipo”. Y aconseja: “Acá, los que tienen que hablar son los jugadores de la Selección. Ellos deben arreglar esta situación. Si no, se van a tener que disfrazar de árabes e irse”.

“¿Por qué? ¿El fútbol es una guerra?”, le pregunta Gatti. “No, mi amor, el fútbol es diversión”.

Cada vez más embalado, Bilardo levanta la voz: “No, el fútbol es un negocio”.

Carlos Enrique sigue callado, mudo como el fiel ladero de El Zorro.

“¿Dante Panzeri dijo que el fútbol es 'dinámica de lo impensado'? ¡La dinámica de lo impensado se dio en ese programa! Si en un momento hasta apareció Bilardo...”, recuerda Mariño. “¿Cómo fue que llegó al estudio? Yo estaba en el control y, de pronto, sonó el teléfono: era Bilardo. 'Clara, esto es un escándalo... Tengo que ir para allá', me dijo. Entonces le respondí: 'Véngase, Carlos, no hay ningún problema'. Cuando entró, en lugar de sentarse empezó a dar vueltas alrededor de la mesa. Y les iba diciendo a todos: '¡Levántense, con este hombre (por Sanfilippo) no podemos hablar, hay que irse...!'”. Pero se quedó y siguió el debate”.

Se suma gente al baile en Telefe. En el medio de la acalorada tertulia, y con el firme propósito de arrojar un bidón de nafta, se comunica por teléfono otro jugador de la Selección Argentina: el defensor Jorge Borelli: “Se ve que a Sanfilippo le gusta figurar...”, acusa, sin rodeos.

“A Goyco le doy todo mi apoyo”, declara. “A mí me hubiese gustado mucho ir al programa. No lo pude hacer porque mi mujer está por dar a luz... Creo que hay cosas que no se pueden decir. Yo no soporto escucharlo desde acá en mi casa. Me imagino lo que debe sentir Goyco...”.

Entusiasmado con el ida y vuelta, Neustadt le pregunta a Sanfilippo: “¿Quiere decir algo?”.

“Simplemente, que gracias a todos los amagues que se comió este muchacho...”, insiste, pisando el pedal del acelerador, un kamikaze.

Entonces, Bilardo se levanta y le vuelve a pedir a Goyco: “Te tenés que levantar de esta mesa y te tenés que ir”.

Pedernera exige que no se “desautorice” la palabra de Sanfilippo.

“Nadie me va a desautorizar”, se planta el Nene. “Si yo fui 70.000 veces más grande que Bilardo”.

A un costado, Ana Laura Merlo, la mujer de Goyco, una morocha bellísima, no para de llorar: está destrozada por lo que acaba de escuchar. Es un escándalo inédito, impensado para la televisión argentina de esos años.

Vamos a un corte, por favor. Urgente. Que suene Fuga y misterio, el clásico de Astor Piazzolla, la cortina del programa, la misma melodía que los amigos de Neustadt tararearon compungidos en el entierro del periodista, en 2008.

¿A quién se le ocurrió convocar a Sanfilippo? ¿Cómo fue que se armó semejante controversia?

“A Neustadt, que había empezado su carrera trabajando en la revista Racing, le gustaba mucho el fútbol. Por eso, cuando pasaba algo tan relevante como aquel 5-0, quería analizarlo en el programa”, detalla Mariño. “Por su cuenta, Bernardo invitó a Pedernera. Yo había convocado a Gatti, Alonso y Carlos Enrique... Nos faltaba uno. Entonces, en las horas previas, iba en el auto escuchando la radio, como hago siempre. En Continental le estaban haciendo una entrevista a Sanfilippo. Y me pareció que hablaba de corrido, con fluidez, algo clave para un invitado... Si se traba, te arruina un bloque. Los jugadores de fútbol, en general, son tímidos... Ahí le comenté a Bernardo qué le parecía si lo sumaba a Sanfilippo, y me respondió que sí, bárbaro”.

En las tandas publicitarias de Tiempo Nuevo no hay tregua, al contrario. Sigue la discusión. “Bernardo intentaba tranquilizarlos... Pero no había caso”, asegura Mariño.

Sanfilippo, en la Selección, ante el ruso Lev Yashin

En el 5-0 frente a la Selección Argentina, a Colombia la dirigía Pacho Maturana. El líder del equipo, con sus rulos estilo helecho y su juego a un toque, era el Pibe Valderrama.

Los goles los anotaron Freddy Rincón (dos), Faustino Asprilla (dos) y el Tren Valencia.

Si bien hay maneras de decirlo, Sanfilippo no había fallado en su análisis. Repasemos los cinco goles.

En el 1-0, Rincón le amagó a Goyco, se abrió hacia la derecha y definió sin problemas.

En el segundo gol, Asprilla hizo pasar de largo a Borelli y la tocó suave ante la salida del arquero.

En el 3-0, Rincón la tomó de volea y le pegó mordida: la pelota entró picando, sin que Goyco pudiera reaccionar.

El cuarto fue otro lujo de Asprilla: la clavó de emboquillada.

Y en el 5-0, Valencia amagó, superó al arquero y la empujó a la red, muy cerca del palo derecho.

Tras semejante recital, en el país caribeño se armó un festejo tan intenso que dejó unos 40 muertos. Se decretó que el lunes fuera feriado. Y el entonces presidente, César Gaviria, opinó: “Fue la victoria más importante de la historia del deporte colombiano”.

En Buenos Aires, el partido había terminado con la hinchada argentina gritando “ole, ole” y “¡Maradoo, Maradoo!”. Un puñal. Miles de puñales.

Goyco no había sido el único responsable. Aquella noche la Selección salió a la cancha con él; Saldaña, Borelli, Ruggeri y Altamirano; Zapata, Redondo, Simeone y Leo Rodríguez; Medina Bello y Batistuta. Después entraron Claudio García y Alberto Acosta.

En nuestro fútbol se desató una crisis profunda. Y no era para menos. ¿Cómo podía ser que le pasara algo así al mismo equipo que venía de ganar la Copa América del 91 y la del 93, y que hasta poco tiempo atrás había mantenido un invicto de 33 partidos (se lo quitó la misma Colombia en Barranquilla)?

Carlos Menem, presidente de la Argentina, le pidió a Julio Grondona, presidente de la AFA, que sumara a Diego Maradona para el mano a mano con Australia.

Podría haber sido peor, claro. Si Paraguay le hacía un gol más a Perú (terminó 2-2), la Selección no llegaba ni siquiera al repechaje.

En la previa, para calentar el clima, el arquero paraguayo José Luis Chilavert había declarado: “Basile no sabe nada de fútbol”. Lo que se dice, un canto a la diplomacia.

Para jugar la carta salvadora frente a Australia, volvió Maradona. Y Basile, con su vozarrón algo apagado por lo que estaba viviendo, pero siempre un hombre “con códigos”, mantuvo a Goyco en el arco.

El partido de ida, en Oceanía, terminó 1-1. El gol lo anotó Abel Balbo, tras un centro maravilloso de Diego. La revancha, en River, fue 1-0 con gol de Batistuta: un pelotazo arremolinado que se coló por el segundo palo de Robert Zabica. Así como Brasil, Bolivia y Colombia ya habían sacado su pasaje, la clasificación estaba asegurada.

En el Mundial de los Estados Unidos, eso sí, el arquero titular fue Luis Islas.

En los años siguientes, Goyco habló varias veces sobre su visita a Tiempo Nuevo. Fue, de alguna manera, su tema recurrente. En 2004, en charla con Alejandro Fantino en el programa Mar de Fondo, Goyco contó por qué había aceptado ir “a poner la cara” de esa manera después del golpazo que habían recibido de parte de los colombianos.

“Me mató la tapa de El Gráfico. Por eso fui al programa”, reveló el ahora conductor de televisión. “Habíamos estado 72 días concentrados...”.

El Gráfico fue la revista deportiva más importante de la Argentina (en ese momento, el director era el periodista Aldo Proietto). Tras el 0-5, en la portada de su edición 3.857, con letras amarillas sobre un fondo negro, se podía leer: “¡Vergüenza!”. Hoy, en sitios de Internet, llega a venderse en 1.000 pesos.

Más acá en el tiempo, también en TyC Sports, Goyco dio otros detalles de lo que fue esa noche en la televisión: “Para ir al programa a defenderme, Bilardo casi fundió el motor de su auto... En aquella época tenía un Renault 11... Lo pasó de vueltas... ¿La verdad? Fue un programa divertido...”, señaló sin rencores. “Si lo ves hoy, con todo lo que pasa en la televisión, es un cuento de Blancanieves”.

Para Sanfilippo fue el inicio de su carrera como panelista: después, como ' opinólogo', trabajó con Beto Casella, Antonio Carrizo y Alejandro Fantino, entre otros.

Su aporte más arriesgado fue, tal vez, cuando dijo: “El segundo gol de Maradona frente a Inglaterra fue en contra. El último toque no es de él, es de un inglés”.

Amigo del General Perón (fue uno de los que regresó junto al líder a la Argentina en un chárter en 1972), también quiso aprovechar su fama y se dedicó a la política: en 2017 fue candidato a diputado de la Ciudad por el Partido Renovador Federal. ¿Su slogan de campaña? Sencillito: “Al que roba, garrote, garrote, garrote”.

A los 86 años, el Nene mantiene su espíritu vital y polémico.

La pandemia no lo ha amedrentado. “Como salgo poco, me compré una bicicleta y algunos aparatos para hacer gimnasia”, le confirma a este diario, por teléfono, desde su departamento de Caballito. “Por suerte vivo en un piso grande”.

Luego, dará su versión del famoso episodio en Tiempo Nuevo. “Los argentinos tenemos esa cosa, esa tendencia al enojo... No sé por qué se tuvo que meter Bilardo. Si yo estaba hablando de algo técnico, futbolístico, de cómo se movía el arquero... Y ahí se tendría que haber terminado el tema. Además, el problema no fue sólo Goyco. Como ya dije alguna vez, los dos marcadores centrales, Borelli y Ruggeri, no agarraban una vaca adentro de un ascensor”.

-¿Se volvió a cruzar con Goyco después de aquel programa?

-Sí, una vez coincidimos en el hotel Sheraton, en una cena, en un festejo vinculado con el fútbol... Le dije: “Pibe, yo hablé con usted como hablo con mi hijo, con mi hija... Y a ellos mal no les va...”. Goyco se lo tomó muy bien. Es un muchacho serio, respetuoso. Yo nunca tuve nada en contra de él. Simplemente, soy un triunfador, una persona que sabe mucho de fútbol, y digo las cosas que pienso sin pedir nada a cambio.