Rubén Orlando, el estilista que perdió 6 millones de dólares y está desesperado
Dice que él y todos sus compañeros de rubro están en una situación crítica, “de desesperación total”, por eso Rubén Orlando decidió salir a la calle y exponer la difícil situación que viven peluqueros, estilistas y peinadores de gran parte del país: junto a su colega Fabio Cuggini organizó una manifestación simbólica bajo el nombre de “La marcha de las tijeras” -que luego mutó a #Tijeretazo simbólico- para dar a conocer lo que ocurre en un sector especialmente castigado por las restricciones ocasionadas a partir de la pandemia.
Rubén Orlando conoce bien de dificultades, de atravesar momentos críticos y de intentar levantarse. De Perderlo todo, como tituló el libro que escribió para contar su historia. Él mismo, que fue una suerte de coiffeur emblema de las décadas de los ’80 y los ’90, con más de 30 salones y 900 empleados, vio cómo perdía un imperio que supo construir durante años.
Comenzó en la adolescencia, como ayudante de Miguel Romano. Desde entonces no paró hasta tener sus propios locales, donde recibía a los grandes personajes del espectáculo y también a figuras de gran poder. De Carlos Menem, hasta Zulema Yoma y su hija Zulemita, pasando por la esposa del dictador Jorge Rafael Videla, Alicia Hartridge, y algunos miembros de la familia De la Rúa, o Emma la hija del ex presidente Arturo Illia. Todos se atendían en sus locales del barrio de Recoleta o lo llamaban para que el estilista fuera a domicilio.
Hacia fines de los ’90, luego de años de esplendor, las finanzas del estilista se vieron en problemas: según sus cálculos, perdió 6 millones de dólares. Se declaró en bancarrota y se fue del país. Recién en 2010 decidió volver a la Argentina y rearmarse, de a poco. Entre otras cosas, fundó una escuela de peluquería en la Villa 31, donde además hay un salón al que, antes de la pandemia, regularmente iba a atender y supervisar.
A la vez, con una socia abrió un local en el barrio porteño de Villa Urquiza, que lleva casi cuatro meses cerrado. “Ahí tenemos como 30 empleados. No sé cómo la vamos a seguir. Se está acumulando mucho de alquileres, luz, servicios, estamos arriba de un millón de pesos de deuda. Es un local de más de 200 metros cuadrados y esto se va acumulando. Me vinieron 60 mil pesos de luz y no la hemos ni siquiera prendido, ya te mandan la factura por inercia”, cuenta.
- ¿Creés que podés llegar a perderlo todo otra vez?
- Es que ya no sé en qué situación estoy. Y eso es lo que a uno lo desespera. Uno puede ser más grande, puede tener más experiencia a partir de lo que pasó. Soy un tipo fuerte, pero bueno, llega un momento en que uno es de carne y hueso. Entonces tener que volver a pasar por una situación parecida para mí es horrible de solo pensarlo.
-¿Te decepcionaron los políticos?
- Después de apoyar durante muchos años a (Mauricio) Macri, y lo dije en muchos medios de comunicación, hoy estoy totalmente en desacuerdo con todo lo que hizo y de cómo dejo el país. Por eso mismo ahora creo que el futuro presidente de la Argentina tiene que ser Máximo Kirchner. Es un muchacho al que estoy siguiendo mucho, creció muchísimo políticamente y se acerca muchísimo a su padre su pensamiento político.
No así a su madre, con la que nunca comulgué por su manera de hacer política. Yo soy hincha de Boca hasta morir, pero la política no es ser hincha de River o de Boca, la política es ver cuál es la persona o las personas que están en condiciones de manejar un país en momentos muy complejos.
- ¿Pensaste en algún tipo de reconversión para tu negocio puntualmente?
- Mirá, soy un emprendedor y ya me puse a hacer jeans con mi propia marca, “Rubén Orlando jeans, un estilo”. Voy a ver cómo sale. Yo nunca me conformo: soy un tipo de lucha, ambicioso y trabajador, ¿me entendés? Hay que reinventarse un poco también.
- ¿Por qué jeans?
- Cuando yo acompañaba a (Carlos) Monzón a pelear a Montecarlo me acuerdo que le decía que allá estaban los mejores jeans, y me los compraba ahí. A mí siempre me gustó la informalidad del jean, así que esto lo tenía de alguna manera en mi cabecita. Pero bueno, mi amor de siempre fue mi oficio, que también tuvo mi madre y mi hermano. Empecé de chico con Andrea (Paparella), que justo murió la semana pasada, y con Miguel Romano.
- ¿Cómo imaginás el futuro cercano?
-La pandemia económica va a ser de terror, el virus va a ser un poroto al lado de lo que va a quedar. Y después viene la pandemia psicológica. Porque la cabecita no se mueve por cosas buenas, trabaja con cosas malas, con la angustia.