La ola de «escruches» avanza en Santa Fe y alrededores sin que nada parezca detenerla. El último hecho se produjo en Vélez Sarsfield al 5800 (en el límite de los barrios Villa Setúbal y Siete Jefes), en el domicilio particular de un profesional de la salud donde un grupo de delincuentes irrumpió y causó destrozos, para finalmente robar dinero y objetos de valor.
La alarma se encendió el sábado por la mañana cuando una vecina, al observar desde su patio, notó que las rejas de la ventana del primer piso estaban dobladas, como si hubieran sido arrancadas. La sospecha quedó confirmada cuando la familia, junto a personal policial, descubrió un escenario desolador: faltaba dinero (dólares y pesos), algunas joyas y diversos elementos personales.
Según las primeras pericias, los ladrones cortaron las rejas exteriores de al menos tres ventanas del primer piso, rompieron los vidrios e ingresaron. Dentro de la casa, desordenaron por completo cada ambiente, buscando meticulosamente cualquier objeto de valor.
Como es de práctica la policía trabajó en el lugar con peritos especializados, aunque no trascendió si esas labores arrojaron algún resultado contundente.
Fue una «entrega»
El damnificado reveló con pesar cómo los asaltantes actuaron con tranquilidad durante la noche. «Yo estaba en un congreso en Paraná desde el jueves a la noche, y mi señora, para no quedarse sola, se fue el viernes a la casa de su madre con nuestras hijas. Ella puso la alarma, pero algo pasó que no funcionó».
Esa noche, alrededor de las 22,30 hs algunos vecinos escucharon ruidos. Sin embargo, al asumir que se trataba del propio médico realizando alguna actividad de limpieza, no sospecharon nada. Los ladrones aprovecharon la ausencia total de los dueños de casa para operar sin contratiempos.
«Violentaron tres rejas y rompieron tres vidrios. Entraron por varias ventanas del primer piso: una que da a un dormitorio, otra en el hall donde está la escalera que lleva a las habitaciones. Estuvieron entre dos y tres horas adentro porque no había nadie. Trabajaron tranquilos, revolvieron todo. Sacaron las puertas de los placares, buscaron en los tapices, en lugares donde uno esconde pequeñas cosas de valor. Y encontraron. Me llevaron joyas familiares, un reloj de oro, hasta una birome de oro que era de mi abuelo y tenía un valor sentimental enorme», señaló la víctima con amargura.
El botín también incluyó prendas de vestir. «Me llevaron todas las remeras de fútbol. Es evidente que fueron chicos jóvenes, porque no se llevaron camisas ni pantalones buenos. Pero esto no fue casual. Estoy convencido de que hubo un seguimiento o alguien que nos entregó. Tengo la ciclovía frente a mi casa, y a nosotros nos gusta abrir las ventanas. Por allí pasa todo el mundo y quizás vieron algo. Ahora voy a tener que tomar otros recaudos».
Sin pistas claras
Pese a revisar cámaras de seguridad de vecinos, hasta el momento no se identificaron imágenes relevantes para dar con los responsables. La modalidad del robo —violentar accesos en altura y operar con tiempo suficiente para revisar cada rincón— refuerza la hipótesis de que los ladrones conocían los movimientos de la familia.
«Esto es lo que (los delincuentes) usan ahora: entran en grupo y hacen su trabajo. Lamentablemente, me tocó a mí», cerró el médico, visiblemente afectado.
Gentileza El Litoral