Representaba a la tercera generación de la bodega Familia Crotta, fundada en 1933.
También fue dirigente del Atlético Club San Martín de Mendoza.
El empresario Carlos Crotta, dueño de la bodega Familia Crotta, falleció este lunes 14 de abril en Mendoza a los 59 años, víctima de un infarto. Su muerte inesperada impactó en el ámbito del vino de esa provincia, donde dejó huella por su gestión al frente del negocio fundado en 1933 por su abuelo José Eduardo, inmigrante italiano que llegó al país en 1919.
Carlos supo cuidar el legado que recibió. A los 22 años reemplazó a su padre Carlos Leopoldo y, junto a sus hermanas Claudia y Carolina, se dedicó a sostener la tradición de la marca, popular y masiva, aunque también apostó por la innovación con nuevos lanzamientos.

Fue un gran defensor del vino en damajuana, formato en el que su familia fue pionera y al que señalaba como “patrimonio cultural” argentino. “Desde hace treinta años que escucho que va a desaparecer, pero eso no pasa y la gente nos sigue eligiendo. Ya no se consumen tantos litros como antes, pero sigue habiendo un nicho y el cliente de la damajuana es muy fiel”, declaró en una entrevista publicada en el pasado mes de marzo al portal MDZ.
Definía a este producto como “el envase de la familia”, que sostuvo su vigencia aún en el siglo XXI como vino de mesa. Según Crotta, esto obedecía a su relación precio-calidad, especialmente en el interior del país.
También se jactaba de haber registrado la frase “moscato, pizza y fainá”, inmortalizada en el hit de la banda Memphis La Blusera, que hacía alusión al maridaje con uno de sus vinos más exitosos.

“Es una relación muy porteña, esa combinación de Moscato y pizza, especialmente en las pizzerías donde se come de pie. Es un clásico”, declaró.
Moscato, oporto, mistela (el que se usa en las misas católicas), vinos jóvenes y frutados, tardíos y generosos para aquellos consumidores de «paladar dulce» son algunos de los destacados actuales del portfolio de la bodega. En el último año, Carlos, que fue vicepresidente de la asociación Bodegas de Argentina, había sumado un vermouth, apostando al universo de los aperitivos.
A pesar de haber nacido en Buenos Aires, Carlos Crotta vivía en Mendoza desde su juventud, y además de destacarse en el mundo del vino, llegó a ser vicepresidente del Atlético Club San Martín, institución de la que era fanático, durante casi 14 años.
En pareja con María Gabriela Capó, nunca se casó ni tuvo hijos, pero tenía una relación muy estrecha con sus seis sobrinos. Su ausencia forzará a quienes lo suceden a decidir quién tomará la posta de una bodega que cumplió 92 años y ya forma parte de la historia del vino argentino.