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Empezar de cero: vendió todo para crear una marca de carteras que es furor en el mundo

Hace 5 años creó la marca Sentéz, con la que llegó a mercados exclusivos como París, Milán y hasta Qatar. Hoy cuenta con una fábrica en Chacarita.

Claudia Epszteyn se inició en el mundo a la marroquinería con apenas 19 años siguiendo los pasos de su padre, el reconocido artesano y marroquinero Marcos Epszteyn. En 1989 fundó una marca pionera en el diseño de carteras en Argentina que llegó a exportar a mercados como el norteamericano y el europeo. Sin embargo, decidió frenar. Vendió la marca y se alejó –por un tiempo – del mundo textil.

Treinta años después se animó a volver al ruedo para construir de cero una marca en Europa, el lugar de las principales capitales de la moda del mundo. El 15 de octubre de 2019, en el barrio madrileño de Chueca, nació oficialmente Sentéz, que significa síntesis en haitiano criollo.

Muy poco tiempo después, París y Milán quedaron deslumbrados con la nueva marca, e Italia, Rusia, Inglaterra, Irán y Qatar la aceptaron de inmediato. El mercado argentino tampoco quiso perderse sus creaciones. En pandemia la marca explotó en nuestro país.

A Claudia se la puede ver en la fábrica que la marca tiene en Chacarita, un espacio que también funciona como showroom y donde cobran vida las creaciones de este proyecto que crece día a día.

Luego de crear «la segunda empresa más grande de producción de cuero en la Argentina, en 2006 decidí vender mi participación», comenta. «Tomé la decisión de irme del gremio, de no dedicarme más a hacer carteras y explorar otras cosas. Trabajaba desde muy chica, de lunes a lunes, en una industria que demanda mucho cuerpo, mucha presencia».

«Durante ese tiempo tuve mis hijos, me desarrollé, armé mi vida y todo en el medio del contexto de un trabajo muy pesado», narra. «Y lo que empezó siendo un tallercito, incluso sin nombre, creció un montón».

A diferencia de su padre que, según cuenta, «fue un genio dentro de lo que es el mundo marroquinero de lujo», que producía, pero se lo vendía un señor que se había hecho muy famoso vendiendo lo que su papá hacía y bajo el nombre del señor, Claudia decidió «salir al mundo» bajo su propio nombre y darle el reconocimiento al padre que no había tenido.

El proceso no fue fácil. Sobre todo, siendo mujer. «No había mujeres en el gremio en ese momento», recuerda. «Fui la primera mujer que integró la Cámara Marroquinera Argentina. Me sentaba, con veinte años, con empresarios de mucho peso porque éste era un oficio que tenía mucho valor en Argentina y en el mundo. Si bien no me trataron mal, no sabían qué hacer conmigo. Pero aprendí mucho y ellos aprendieron de mí».

Así Claudia aprendió el oficio. «Sé hacer las mejores carteras porque aprendí del mejor», dice orgullosa. «Y ahí inmediatamente miré al mundo como alternativa, sentí que mi lugar estaba en el exterior y que yo debía empezar por ahí. Y fue así, durante 10 años yo no vendía en Argentina. Recibíamos un montón de extranjeros que venían a comprar marroquinería de lujo», añade.

Sus productos llegaron a estar en tiendas departamentales como El Corte Inglés y las galerías Rinascente (Milán) y Lafayette (París). «Era fácil, nos abrían la puerta, nos buscaban», recuerda. «Luego empecé acá también y en Brasil, y fue un suceso».

Sentéz se destaca por la impresión en cueros mórbidos y la reducción del peso del bolso

Para Claudia, la empresa fue exitosa no solo en términos de negocios, del producto que ofrecían, sino por el vínculo interno que había con la gente de la compañía. «Fue un orgullo por cómo se sumó tanta gente y enseñé a tantos el oficio, nadie se quería ir», dice. «Había un clima maravilloso de trabajo en un momento donde nadie hablaba de RSE, de impacto, de sustentabilidad», agrega.

Dejar el barco en el mejor momento

«Financiera y económicamente la fábrica estaba impecable, el valor de la marca, la cartera de clientes, todo funcionaba. Pero yo no había ido nunca a la peluquería», plantea. «Había aprendido a arreglarme sola, a teñirme, a cortarme. Me hacía una colita, me cortaba y salía. Cuando me di cuenta de eso, me dije: ‘me debo la experiencia de ir a tomar algo con una amiga en un horario laboral que nunca pude, o entrar a una peluquería».

Claudia sintió que era el momento de su vida para hacerlo. «Los primeros que se sintieron angustiados fueron mis hijos, que yo sentía culpa porque durante toda la crianza los había dejado tanto».

«Vendí la empresa en su mejor momento tanto en Argentina como a nivel mundial», cuenta. «Y como lo había planeado, me fui dejando un barco en movimiento, con la mejor velocidad y con el mejor destino. Con la condición de que los colaboradores continúen trabajando».

Empezar de cero para triunfar nuevamente

Diez años después de vender su empresa y habiendo aprovechado sus momentos de ocio para nutrirse de otros conocimientos y oficios, Claudia incursionó en el mundo de la curtiembre. «Lo que soñé en ese momento era ponerle fluorescencia a un cuero. Sentía que un producto que tuviese esta condición iba a ser maravilloso», sostiene.

Luego de varias pruebas, de errores y fallas esperadas, de conseguir partners que acompañaron el proyecto no solo emocionalmente, sino también con inversión, llegó al producto que quería.

Casualidades de la vida, una prima de España vio una foto de lo que había logrado y lo compartió con una conocida muy vinculada con el mundo de la moda en Europa, quien le aconsejó llevar sus creaciones al viejo continente. Claudia decidió mudarse a España en 2018 y comenzar allí el desarrollo de lo que hoy es Sentéz, una marca caracterizada por la fluorescencia en la piel, la impresión en cueros mórbidos y la reducción del peso del bolso.

Destinando una gran inversión propia (de u$s1,5 millones) e impulsada por ciertas facilidades que ofrece España para los emprendedores, abrió un primer local en 2019, con depósito y una fábrica en Madrid. Los diseños se generaban en Argentina y el negocio iba creciendo en Europa.

En simultáneo, la pandemia comenzaba a resonar en el mundo, pero nadie lo veía como una amenaza. Participó con gran éxito en ferias de la industria, incluida una en Milán, e iba recibiendo pedidos de mercados que jamás hubiera imaginado. Para responder a esa demanda, Claudia decidió volver a Argentina para producir. Llegó a Ezeiza el 9 de marzo de 2020.

«Aterricé y me fui a la oficina directo», narra. «Cuando entré a la oficina me dijeron, ‘¿qué hacés acá? No podés estar acá’. Ahí me enteré de que los que veníamos de Europa y de Estados Unidos teníamos que hacer una cuarentena. Ahí empezó esta pesadilla que, honestamente, me atravesó en todos los órdenes que se te puedan ocurrir».

«Sin estar preparada para nada porque cuando yo me fui de España el domingo 8, Día de la Mujer, estaba todo el mundo en la calle, pero literal», recuerda. «Dejé hasta comida en el freezer, porque regresaba a la semana», rememora.

La marca está presente en las principales ciudades de Europa

El capítulo de Argentina

A raíz de la cuarentena, Claudia no pudo volver a España. Y eso fue tal vez la oportunidad que tuvo la marca de fortalecer el negocio en Argentina. «No tenía producción, me quedaban algunas cajas que estaban embaladas para exportar y no podía hacerlo en ese momento así que liquidé todo», cuenta.

Pero un día, alguien le escribió por Instagram para pedirle productos para su local. Esos pedidos comenzaron a ser cada vez más y en todo el país. La marca comenzaba a hacerse visible en la tierra que vio nacer a esta mujer y su pasión por el oficio. «Así que abrí fábrica acá, la primera tienda y fue un suceso también», cuenta.

El camino hacia la sustentabilidad

La marca presentó este año la primera colección de bolsos con criterios de sustentabilidad. «Sabemos que es un camino arduo y que falta mucho desarrollo en los insumos imprescindibles que componen un bolso, pero hemos incorporado la piel de vaca curtida vegetal, que es un curtido absolutamente ecosostenible y si consideramos que la piel de vaca no es más que el desecho de la industria alimenticia, nos vamos acercando bastante», asegura Epszteyn. «Es un desafío apasionante», enfatiza.

Sentèz apuesta a Brasil

Si bien la empresa viene comercializando hace tiempo sus productos al mercado brasilero, recién ahora ha decidido contar con producción dedicada a ese mercado. «Brasil es un mercado inmenso, difícil, exigente, pero también lleno de oportunidades. Lo que Sentèz tiene para ofrecer no lo tienen. Encontré allí un nicho con un espacio que llenar y es una puerta de entrada a muchos otros mercados», visualiza Claudia.

Por su puesto, agrega: «Implica un desafío en términos de inversión y esfuerzo, pero tengo claro cuanto valoran la propuesta y lo plantean es esta escala: primero que sea original, segundo de extrema calidad, y tercero, nuestra identidad y comunicación».

En este sentido, la marca irá ejecutando el plan según lo trazado, en un esquema muy parecido al de España y Argentina. «Poco a poco, privilegiando la autenticidad que tiene la marca y por supuesto el respeto que tenemos por todo aquel que apuesta a nuestra propuesta», sostiene.

Hoy la empresa cuenta con un equipo de más de 100 colaboradores entre los tres mercados y producción local en cada uno de ellos desde donde se abastece la demanda en cada caso.

«La marca está lista para su expansión y para incorporar otras familias de productos con la identidad Sentéz, pero por el momento el desafío Brasil merece toda nuestra concentración. Está en los planes a corto plazo abrir la tienda allí y reabrir la de España en otra locación».

Para concluir, la diseñadora asegura que Sentéz se encuentra en el punto exacto de consolidación de su identidad, no solo por los productos, sino sobre qué quiere decir y cómo lo quiere hacer. «Hasta que no es reconocida y percibida sin siquiera leer el logo, no hay marca, hay nombre. Hoy Sentéz es marca», sentencia.

Gentileza iProfesional