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El caso que destapó una historia de abandonos, vulnerabilidad y explotación infantil en Santa Fe

Desesperada, hambrienta y muy angustiada. Así encontró a la adolescente una vecina del norte de la ciudad de Santa Fe. Con su bebé en brazos, le dijo que se había escapado de la casa de sus suegros, donde la mantenían encerrada y tanto su pareja como otros hombres abusaban de ella.

El caso tomó gran trascendencia debido al horror relatado por la chica de 16 años, y a la extrema vulnerabilidad en la que se encontraba. Tres personas fueron imputadas y quedaron en prisión preventiva, en el marco de una investigación penal que deja en evidencia el total estado de abandono en el que se encontraban la adolescente y su hijo de once meses.

En el programa Santa Fe Policiales, que conducen Danilo Chiapello y Verónica Ensinas por CyD Litoral, la fiscal Vivian Galeano recordó que el 23 de septiembre la niña «logró escaparse de la casa donde estaba privada de su libertad, fue a una parada de colectivos y pidió ayuda» a una mujer, que la contuvo y llamó a la policía. La notaron en un «estado de desesperación, sucia, sin estar alimentada».

Abordaje complejo

Galeano explicó que si bien la causa tiene pocos días de investigación, la información que se obtuvo es abundante y sólida. Ramón Leyton (19), su madre Ana Mariela Leyton (48) y la pareja de ella, Oscar Castañeda (37), quedaron presos el pasado lunes por orden del juez Leandro Lazzarini.

«A medida que vamos incorporando información nos vamos dando cuenta del contexto de extrema vulnerabilidad en el que vivía esta niña, que la atravesó desde su familia de origen, a sus 8 años de edad. En ese contexto, y abusándose ese estado de vulnerabilidad, conoció a esta familia y terminó siendo víctima de todos los delitos» que les fueron atribuidos a su novio, su suegra y la pareja de ella.

La víctima indicó que «dormía en el piso, se alimentaba cuando ellos disponían darle alimentos, que muchas veces priorizaba alimentar a su hijo, que no tenía controles de salud, que salía cuando la autorizaban y a los lugares que le autorizaban».

Sobre la adolescente, Galeano sostuvo que hay que tener en cuenta que se trata de «una menor que no se alimentaba, no tenía controles de salud, que es mamá, mujer, y analfabeta». Por eso, «hay un montón de cuestiones que hacen al contexto de su relato. Las profesionales -que la atienden- advierten ciertas cuestiones que tienen que ver con el trauma postraumático que está atravesando».

«Es una situación muy compleja de abordar desde el relato y desde la investigación, lógicamente», explicó.

Violencia física, psicológica y verbal

Consultada sobre la huida de la niña, la fiscal señaló que los días previos ocurrió un episodio violento que involucra a Ramón Leyton. También indicó que tanto ella como su bebé «fueron expuestos a violencia física, psicológica y verbal durante mucho tiempo».

«La circunstancia que permitió que ella salga en esa situación -y huya de la habitación en la que estaba encerrada- fue que él se olvidó de trabar la puerta con candado. Ella permanentemente la revisaba para ver si podía escaparse, lo que habla de una situación crónica, y ese día no la trabó y se fue, decidió escaparse», informó

«Las condiciones de la vivienda eran de una situación de indignidad», explicó Galeano sobre el domicilio de barrio Abasto donde había sido retenida la adolescente. Eso fue acreditado y «forma parte de las evidencias que se recolectaron». No sólo encontraron puertas trabadas con distintos sistemas, sino también muebles colocados contra ventanas y puertas «para impedir que ella pueda salir».

Se constataron «situaciones insalubres para ella, para cualquier persona» y sobre todo «para un bebé que no llega a tener un año de vida».

Contención y acompañamiento

Si bien la adolescente se desvinculó de sus padres hace unos años, sus hermanas siempre intentaron mantenerse en contacto y, al enterarse de lo ocurrido, se presentaron ante las autoridades.

Sus manifestaciones «dan cuenta del estado de violencia de género que atravesó su hermana durante mucho tiempo, en donde muchas veces intentaron rescatarla, pero esta persona -Leyton- insistía, la amenazaba, la buscaba y la acosaba, logrando que vuelva al hogar».

En algunas oportunidades, las hermanas le dieron celulares a la víctima para poder mantener contacto con ella, pero estos «mágicamente al día siguiente ya desaparecían y no se podían comunicar».

Los contactos que la chica podía mantener con su familia de origen eran mínimos, y siempre mediados por un miembro de la familia de Leyton. Lo mismo ocurrió en todos los intentos de intervención estatal. En esa línea, Galeano consideró que «el sometimiento en cuanto a la doblegación de su voluntad es explícito, porque nunca tenía un momento sola para pedir ayuda».

Ahora, tanto la chica como su hijo fueron institucionalizados. «Somos muy conscientes del dolor, del sufrimiento, de las secuelas, y estamos apuntando a poder contenerla y ayudarla», dijo la fiscal, «en la investigación priorizamos su salud, su estabilidad emocional y lo haremos acompañándola en todas las instancias. Ella ahora se encuentra bien, contenida».

El Litoral