Dante Spinetta: "Estoy siendo exitoso con lo que me gusta hacer"
El zumbido del teléfono lo despierta, primero se asusta, luego piensa que es el correo con alguna entrega y vuelve a dormir. El celular sigue vibrando, cada vez más seguido. Decide mirar rápido, eran uno, dos, diez mensajes felicitándolo y aún no entiende por qué. Abre uno, abre otro, todos coinciden: estás nominado.
“No voy a decir que los premios son una decoración y nada más, porque hacer un disco es mucho trabajo, mucha gente que dedicó tiempo para lograrlo. Mirá si voy minimizar el reconocimiento, no a mí, sino a todos los que me acompañaron en este flash. Por mi parte, sí, siento que ahora estoy en el mejor momento de la fiesta, por eso también el nombre Mesa dulce, realmente es un álbum que suena como siempre quise sonar”, resume Dante Spinetta, el músico que se prepara para despedir este gran 2023 el 14 de diciembre en el Gran Rex. El hijo deLuis Alberto reflexiona sobre su presente artístico, el valor de las emociones genuinas y su propia resignificación del éxito.
–¿Ese largo camino recorrido es lo que hoy te permite crear tomándote tu tiempo, dándote gustos al escoger músicos… siendo más libre en definitiva?
–Sí, con este disco pude conectarme con la música desde otro lugar, como cuando era chico, desde la felicidad. Empecé a hacer el álbum en medio de la pandemia hardcore, cuando era lavar hasta las manzanas con lavandina, apreciando la posibilidad de hacer lo que amo en un mundo tan jodido de golpe.
Después las cosas cambiaron cuando llegó la noticia de que mi mamá tenía una enfermedad terminal, ahí se nubló todo, dejé de grabar y la acompañé junto a mis hermanos hasta el último día, despidiéndome de ella con mucho agradecimiento a todo lo que vivimos. Ahí otra vez me apareció el “gracias” como motivación a seguir y a ser.
–"Mesa dulce" es un poco tu propio “Honrar la vida”.
–Totalmente, tiene esa vitalidad, ese flow: “¿Este es el tiempo que voy a tener en este plano?” Listo, voy a dar mi mejor versión,sino para qué.
–Ese agradecimiento está volcado en “Primer amor”, la canción que le compusiste a tu madre, los músicos pueden hacer arte de sus vivencias, pero en el último tiempo, no solo se habla de las emociones en las letras, sino también en los testimonios. ¿Cómo llevás vos tu salud mental?
–Hasta hace poco, estar saludable era ejercitarte y comer sano, nadie hablaba del bocho. Antes de hacer Puñal (2017), yo estuve con el corazón muy roto, destruido emocionalmente, tomando pastillas para dormir y ansiolíticos, no alcanzaba solo con componer una canción para estar bien. Por suerte los vínculos reales, no solamente el de mi familia y mis amigos, sino también el que tengo con la música, que es superespiritual, me termina sacando adelante.
Me conecté con sentir lo genuino, lo simple. Estamos en un mundo donde la ansiedad es muy protagonista, más con las redes, generando el famoso “fomo” (fear of missing out). Creo que es un buen momento para volver a conectarse con lo básico, intentar mantener el balance entre el mundo irreal en el que nos sumergimos y lo que pasa después, cuando estamos en casa, comiendo algo, mirándonos a los ojos.
–Esto de conectar con lo real lo mencionás un poco en tu minidocumental "Por ahí voy a ser músico", cuando decís: “En época de fast food, lo mío es comida casera”.
–Quiero ser auténtico conmigo mismo y no subirme a una ola por el hecho de que alguien me diga que algo está pegado. Cuando salimos con Illya Kuryaki en los 90 ya nos chupaba un huevo lo que sonaba o no. Mi mejor versión hoy me da la posibilidad de poder rapear, tocar la guitarra y rockear, funkear y tocar una balada. No estoy buscando el oro, son muchos años dedicados a la música y tengo el oficio para poder ir por distintos caminos.
–¿No perseguís eso que llaman éxito?
–A mí el éxito me encanta, realmente.Me acaban de nominar a dos Grammy, eso es un éxito. Gané cuatro Premios Gardel, es un éxito. Pero estoy siendo exitoso con lo que me gusta hacer, ese es mi éxito real. Es otra forma capaz, sí. Si tengo que alivianar mi concepto por el hecho de tener que adaptarme a una industria, no. Me gusta más que la industria, si quiere, se adapte a mí.
–Hace poco Fito Páez dijo que “la inteligencia artificial nunca va a poder crear un Luis Alberto Spinetta”, ¿coincidís?
–Es un poco peligroso lo que asoma con la inteligencia artificial, pero la música es lo que menos me preocupa de lo que pueda pasar (se ríe). Pareciera que se viene un mundo más triste, donde la gente va a buscar vivir y crear su realidad virtual perfecta.
–La disyuntiva entonces sería cuánta gente realmente va a apreciar un Spinetta y a cuánta le va alcanzar una IA que lo imite.
–Hay algo que tiene que ver con el alma, con el amor, que no puede ser replicado por cálculos. No se sabe qué puede pasar, pero lo que dice Fito lo comparto desde una visión más romántica: los humanos tenemos la posibilidad de transmitir, conmover y, hasta ahora, nada de eso conmovió como mi papá.
–¿Escuchaste la voz de tu viejo recreada por inteligencia artificial?
–Sí, es muy loco (ríe), porque aparte se pueden elegir distintos Spinetta: el de Artaud, el de Almendra… Es muy real, y lo peor de todo es que queda bueno.
–¿Te generó un escalofrío, algo?
–No, porque sé que es un robot, al menos por ahora se nota que no es humano. De acá a diez años veremos. Yo creo que me voy a dar cuenta siempre porque es mi viejo, obviamente. Pero la gente lo va a tomar como un entretenimiento más. La complejidad humana es hermosa, por eso siempre voy a tratar de hacer y escuchar música human made.
–¿Imaginaste alguna vez que la música urbana iba a ser mainstream en la Argentina?
–Sí (asiente enérgicamente con la cabeza).
–¿Realmente?
–Sí, no podía ser que no pasara, estaba pasando en todo el mundo, era una cuestión de tiempo. Cuando empezamos a hacer rap con IKV, mucha gente nos consideraba enemigos culturales, cipayos, traidores a la patria. Como si el rock se hubiese inventado acá.
–El tiempo les dio la razón.
–Es un orgullo que los pibes y las pibas la estén rompiendo, porque posta fue muy difícil, yno te hablo hace tanto, ni siquiera me remonto a los 90, te hablo de El apagón (2007), nadie me quiso editar el disco: “No, el rap no va, ahora es todo reggaeton, hacete algo de eso”.
–¿Cómo vivís ese rol de ser referente de esta generación de artistas?
–Me siento superconectado a ellos desde lo musical, hay talentos urbanos increíbles, cada uno con su sabor y me encanta verlos brillar. CA7RIEL y Trueno grabaron en Mesa dulce, les expreso el cariño y la admiración, y evidentemente es mutuo.
–Y así como te sentís conectado con los jóvenes por la admiración artística, sabés también que Brando, tu hijo, te admira y conecta con vos por tu dedicación y perfeccionismo, ¿no?
–En verdad él es mi héroe de lo metódico, porque dedicarse al fútbol profesional no es para nada fácil [N. de la R.: es jugador en el Club Atlético Atlas, de la Primera C del fútbol argentino]. Se levanta todos los días a las seis, viaja una bocha desde Villa Urquiza hasta General Rodríguez, vuelve, morfa, vuelve a entrenar, y así… Le pone tanta dedicación, desde lo físico, los horarios, el sacrificar los momentos con los amigos los fines de semana, es muy grosso eso. La disciplina es parte de él, y esa es la fórmula para cumplir los sueños.
–Dice que lo aprendió de vos…
–Te diría que yo lo estoy aprendiendo de él. A mí me encanta que sea futbolista, porque siempre el fútbol fue parte central de nuestra familia. Él dijo desde muy chiquito: “Yo quiero ser futbolista”, y ahí está, el distinto.
–Entonces en eso también coincidís: ser genuino es el toque distintivo de los Spinetta, seguir lo que aman.
–Sin duda, al igual que Vida [su hija menor], que es una artista hermosa,y pronto va a grabar su álbum. Lo hace con el corazón. Y en eso hay que enfocarse, en hacer las cosas bien, con dedicación, aprendiendo en el camino y escuchando al corazón. Son frases que parecen muy trilladas, lo sé. Pero me fijo, miro para atrás… y sí, no hay otra, es la verdad.
–¿Podemos decir que tu papá tenía razón: “Aunque me fuercen yo nunca voy a decir que todo tiempo por pasado fue mejor, mañana es mejor”?
–No, hoy es mejor.
Por El Planeta Urbano