Mientras la noche del sábado caía sobre el sector noroeste santafesino, el barrio San Agustín II se vio otra vez envuelto en una postal que ya no sorprende, pero sí duele: ráfagas de disparos, corridas desesperadas y jóvenes heridos que, en vez de estar celebrando el fin de semana, terminaron hospitalizados.
El epicentro de la balacera fue un oscuro pasaje de calle Santa Cruz al 7200, a metros del predio donde se levanta la escuela Santa Mónica. Allí, cuando el reloj rozaba las 20, estalló un enfrentamiento que todavía tiene más preguntas que respuestas.
En medio del caos, tres muchachos llegaron por sus propios medios al hospital Iturraspe. Uno de ellos, un joven de 20 años, presentaba heridas tanto en la pierna como en el brazo derecho. Otro, de 21, con domicilio en el mismo barrio donde ocurrió la balacera, tenía un balazo en el muslo. El tercero, de 22, también sufrió una lesión en la pierna.

Como si eso no bastara, minutos más tarde, desde el hospital Cullen se notificó el ingreso de un cuarto herido, que venía procedente del mismo sector: un hombre de 24 años, con una herida de bala en la rodilla derecha. Según los médicos, su vida no corría peligro.

Hasta el momento, todo parece indicar que los heridos fueron víctimas colaterales de un tiroteo entre bandas, aunque los detalles todavía son materia de investigación. Ninguno de ellos habría sido el blanco directo de los disparos, pero la violencia callejera no distingue ni inocentes ni horarios.
El caso quedó en manos de la fiscalía en turno que ya ordenó una serie de medidas: peritajes balísticos, análisis de cámaras de seguridad en la zona y recolección de testimonios. Mientras tanto, efectivos de distintas unidades —incluidas la Estación Sur, Estación Norte y la Comisaría 7ma— siguen trabajando para reconstruir el rompecabezas.
No hubo detenidos hasta ahora. Solo heridos, miedo y un barrio que sigue sin paz.
Gentileza El Litoral