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Barrio Guadalupe: un detenido por abuso sexual tras una noche de boliche

El amanecer del domingo encontró la zona de J. P. López al 950 (sector noreste de la ciudad de Santa Fe) bajo un cielo espeso y un silencio incómodo. Eran cerca de las ocho, cuando dos móviles policiales —uno de Caballería y otro del Comando Radioeléctrico— irrumpieron en el barrio Guadalupe, guiados por una llamada al 911. El alerta hablaba de un robo en proceso. Pero lo que los uniformados encontraron fue algo más turbio, más oscuro: una historia de alcohol, confusión y abuso.

Según el relato de los testigos, la noche anterior un grupo de amigos había salido a bailar. Al regresar, la fiesta se extendió en una casa del mencionado barrio. Entre risas, música y copas, la frontera entre la diversión y el descontrol se desdibujó. Fue entonces cuando cuatro hombres desconocidos —colados o invitados por alguien que ya no recuerda— ingresaron al lugar. Minutos después, una joven fue víctima de abuso sexual.

El caos no tardó en estallar. Gritos, empujones, golpes. Tres de los sujetos lograron escapar, perdiéndose entre las calles dormidas. El cuarto, no. Quedó acorralado por los amigos de la víctima y reducido en el lugar hasta la llegada de la policía.

Un amanecer entre patrulleros y sirenas

La escena tenía ese aire pegajoso de las madrugadas que terminan mal: jóvenes descalzos, vidrios rotos, un hombre esposado, la sirena azul recortando la penumbra. El detenido —de 32 años, según fuentes del caso— fue trasladado a sede policial por orden de la fiscal Escobar Cello, quien caratuló el expediente como «Abuso sexual simple».

La víctima fue asistida y contenida por personal especializado. Su identidad, naturalmente, permanece bajo reserva.

Ecos de una noche sin final

Lo ocurrido en esa vivienda de J. P. López al 900 no es una excepción: es apenas otro episodio en la larga lista de madrugadas que se desmoronan entre la euforia y la violencia. Nadie sabe bien cómo empezó todo, pero todos coinciden en cómo terminó: con una joven quebrada y un hombre detrás de los barrotes.

El resto —los tres que huyeron, las versiones cruzadas, los silencios— será materia de investigación. Lo cierto es que el amanecer del domingo, en esa cuadra del noreste santafesino, dejó una marca que tardará en borrarse.

Gentileza El Litoral