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Así es la fiesta Malibú: diversión, descontrol y una tragedia que pudo evitarse

Las aguas del río Paraná, frente a la Isla La Paciencia, suelen ser testigo de encuentros festivos que mezclan el paisaje natural con el desenfreno. El sábado, sin embargo, una de esas reuniones terminó en tragedia. Durante la noche, dos lanchas chocaron dejando un saldo de un muerto y varios heridos, tiñendo de luto la celebración conocida como la Fiesta Malibú.

Para quienes conocen el mundo de la náutica, la Fiesta Malibú no es un evento oficial. «Es algo que se corre de boca en boca, como las fiestas clandestinas que hubo en la época de la pandemia. Asisten todos los que tienen lanchas, yates o embarcaciones de paseo, no deportivas. Se juntan en un banco de arena cerca de la Isla La Paciencia, en la desembocadura del canal de acceso sobre el Paraná», según narró un velerista.

Un encuentro sin reglas

Según el testimonio del navegante, la fiesta tiene un carácter completamente informal: «No hay un organizador declarado ni responsables. Quizás alguien lo impulse, pero todo se maneja en la informalidad. No hay seguros, ni permisos, ni nada que garantice seguridad. Es una reunión espontánea donde cada uno lleva lo que quiere: conservadoras con bebidas, generadores de electricidad para poner música, luces… Con los años se volvió más sofisticada, pero sigue siendo caótica».

Este ambiente desorganizado se refleja en la falta de controles. «El problema es el descontrol en el río. Prefectura no da abasto con la cantidad de lanchas que hay, muchas conducidas por personas en evidente estado de ebriedad. No hay controles de alcoholemia ni seguridad de ningún tipo. Es la gente haciendo lo que quiere», explicó el hombre.

Un desenlace anunciado

La noche del sábado parecía ser una más de estas reuniones hasta que ocurrió el choque. Una lancha embistió a otra en pleno kilómetro 585 del Paraná, dejando como saldo la muerte de Adrián Javier Taborda, de 35 años, y varias personas heridas. «En este contexto estaba todo dado para que ocurriera el desastre que ocurrió», reflexiona el velerista.

La falta de medidas preventivas y la actitud de quienes participan en estas fiestas generan un cóctel explosivo. Sin organización ni supervisión, la diversión se mezcla con el peligro, dejando abiertas preguntas sobre las responsabilidades y los límites de estas reuniones.

Mientras las autoridades investigan el accidente, queda en evidencia que la Fiesta Malibú, lejos de ser solo un evento festivo, representa un escenario donde la libertad sin reglas puede tener consecuencias fatales.

Por Danilo Chiapello / El Litoral