La dinámica política luego del atentado a la vicepresidenta transita lugares previsibles, anticipados en esta columna. Luego de tibios, oportunistas e hipócritas comunicados o silencios más vergonzosos, todos volvieron a su juego. Inclusive el oficialismo sobreactuando en determinados sectores el hecho.

Pero lo más bochornoso tuvo nuevamente como protagonista a la Cámara de Diputados de Santa Fe. Dije que Amalia Granata no sería sancionada por su caudal electoral clave en el escenario político del próximo año y por eso redobló la apuesta: “Sí me tocan voy a hablar de sus amantes (por los diputados/as, sus parejas e hijos)”, sostuvo la legisladora pro vida en un mensaje mafioso para todo el cuerpo.

Casi ni un repudio, menos presentarse como Cámara ante la Justicia por diversas figuras penales (extorsión, chantaje, etc.). El silencio fue una especie de aceptación resignada de las oscuridades de la Legislatura santafesina.

Pero el “acting” no termino allí. Después de unos días en Buenos Aires, donde tiene domicilio, se presentó a la sesión, en la reunión de Comisión y luego de “disculparse” la diputada se ausentó de la sesión para ir de regreso a su casa en CABA.

¡Pero, oh sorpresa! la diputada siguió la sesión vía... Twitter contestando y desmintiendo sus retractaciones y el colmo es que los legisladores desde sus bancas le contestaron por la misma vía.

Fue un acto penoso que lamentablemente envuelve al conjunto de los diputados injustamente, desnudando la hipocresía, la ambición electoral revalidada por cualquier método, aún corriendo el riesgo de quedar como payasos con la cola sucia.

Alejandro Colussi