Aunque pocos lo sepan, no es coincidencia que el Día de la Primavera y el del Estudiante se celebren la misma fecha. La historia de un festejo que tiene más de un siglo.
Con la llegada de la primavera, los parques de distintas ciudades argentinas se llenan de mantas, mates, guitarras y parlantes. La postal se repite año tras año: el 21 de septiembre es sinónimo de picnic estudiantil. Pero detrás de esta costumbre tan instalada hay una historia que mezcla homenajes, viajes y, por supuesto, la fuerza simbólica de la estación del amor.

En Argentina, el Día de la Primavera y el Día del Estudiante se celebran el mismo día. Esta coincidencia, que muchos creen casual, en realidad responde a una combinación de factores históricos y culturales. El festejo tiene más de cien años y, aunque ha cambiado con las generaciones, conserva el espíritu de reunión juvenil.
No es exagerado decir que esta fecha se volvió un clásico: desde los encuentros en plazas barriales hasta las masivas celebraciones en grandes ciudades. En todos los casos, la música y la primavera actúan como excusa para el encuentro, algo que atraviesa a distintas generaciones.

Por qué el Día del estudiante coincide con el Día de la Primavera
La explicación oficial se remonta a 1888, cuando se repatriaron los restos de Domingo Faustino Sarmiento, figura central en la expansión de la educación pública en el país. En su homenaje, la fecha quedó asociada a los estudiantes. Sin embargo, la elección no fue casual: coincidía con el inicio de la primavera, estación que representa la renovación y la juventud.

En 1911 la tradición comenzó a tomar forma. La Federación de Estudiantes Universitarios organizó un viaje a Colonia, Uruguay, con jóvenes de varios países sudamericanos. Fue un 21 de septiembre, y desde entonces la costumbre se instaló. Con los años se convirtió en día no lectivo en escuelas y universidades, reforzando la idea de que esta jornada estaba destinada a los estudiantes.
Más allá de los motivos históricos, la coincidencia con la llegada de la primavera consolidó el festejo. El clima templado, los días más largos y la energía juvenil fueron el combo perfecto para que el picnic se transformara en ritual.

Primavera, inspiración de cientos de canciones
Donde hay jóvenes y festejo, hay música. Y el Día del Estudiante no fue la excepción: distintas épocas dejaron canciones y artistas que acompañaron estos picnics.
En 1934, Carlos Gardel cantaba “Amores de estudiante”, reflejando amores fugaces bajo el sol primaveral. Décadas después, Palito Ortega puso su sello con “La Primavera” (1968), que se convirtió en un himno generacional. También Tanguito, con “Amor de Primavera”, inmortalizó esa sensación de libertad que traía la estación, tema que años más tarde reversionó Spinetta en la UBA.
La lista es larga: desde la “Primavera porteña” de Piazzolla hasta “Me gustan los estudiantes” de Violeta Parra, interpretada por Mercedes Sosa en plena efervescencia política. En los 80, Virus invitaba a bailar con “Wadu Wadu”; y en los 90, Soda Stereo le dio un nuevo aire a la estación con “Primavera 0”.