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Objetivo Dengue: vacunan en zonas de islas, casa por casa

Dos enfermeras recorrieron las casas de la isla Guaycurú, en el departamento General Obligado, para vacunar a los adolescentes. Para la gente que vive en las islas “es asombroso” este esfuerzo del Estado por llegar con la vacuna, asegura una de ellas, que es parte de esa comunidad desde hace más de 20 años.

Yolanda Elvira Gómez es la enfermera que atiende a la población de la isla Guaycurú, donde vive la mayor parte del mes. Cuando le preguntan cuánto tiempo lleva trabajando en la isla, responde con la fecha exacta en que fue asignada como agente sanitaria: “Desde el 11 de febrero de 2003”.
Una vez al mes regresa a Reconquista por unos días para visitar a familiares, y buscar insumos. Pero el río marca a veces ese tiempo del regreso: “Vuelvo si el Paraná está tranquilo para viajar, y si no, tengo que esperar, porque es lindo, pero también es bastante riguroso; y si hay viento, prefiero esperar”, cuenta.

La vacunación contra dengue requirió formar a los equipos del Programa de Inmunización de la Provincia, como sucede cada vez que se implementa una nueva estrategia, y en particular porque esta vacuna necesita reconstituirse con un diluyente, antes de la aplicación, que implica seguir algunos pasos previos. Por eso esta vez, Yoli recibió a Juana Aguirre, del Centro de Salud de barrio Guadalupe, en Reconquista, una colega que se capacitó y pudo acompañarla para implementar una estrategia adecuada a la realidad de su territorio.

Experiencia

Juntas recorrieron las casas, con el padrón donde están identificados quienes nacieron entre 2005 y 2009. Yoli solo lo usa para completar el registro de las dosis que aplican. Conoce bien a cada uno y sin necesidad de consultar depura el listado: identifica a los que se mudaron a Cecilio Echeverría, en Corrientes, para estudiar o trabajar y ya no van a regresar; y de los que quedan, sabe a qué hora los puede encontrar, cuándo se van a la escuela los que cursan la secundaria, si están pescando o cuidando el ganado, y van a tardar en volver. “Acá en la isla hay chicos que son mis ahijados de agua de socorro, como se le dice, porque yo soy católica y ellos también, y me lo piden para que sean católicos”, cuenta para explicar la cercanía con las 60 familias que atiende.

“Tengo como 20 ahijados, así que cada vez que es el cumpleaños siempre se les da un presente”.

El padrón de la isla también se diferencia de los de la ciudad por otra característica que haría más difícil llegar a la población que puede vacunarse. Para llegar a cada familia, hay que desplazarse por los caminos que abre el paso de los isleños, algunos a cielo abierto y otros cubiertos de la vegetación de la isla, donde aúllan los monos carayá. Yolanda sabe cómo llegar a cada lugar: desde los palafitos construidos en las zonas que pueden inundarse cuando crece el Paraná; como a las que se levantaron en terrenos más altos.

Para Juana, vacunar en la isla Guaycurú “fue una experiencia distinta a la que hacemos en los centros de salud que conozco. Acá nos recibieron en la Escuela, después nos encontramos con Yolanda y fuimos casa por casa, caminando, que es distinto a lo que se hace en la ciudad. Eso es lo enriquecedor que tiene ir a terreno”. Sabe la importancia de su tarea porque como ella misma repite “las vacunas salvan vidas”, pero en para el dengue también destaca “la necesidad del cuidado en la casa, el uso del repelente, el descacharrado, que es re-importante, desechar el agua que queda acumulada, sobre todo en estos días que llovió porque el mosquito busca el agua limpia para poner sus huevos”.